Federació Catalana de Caça
Àrea Federats
Àrea Federats
Àrea Societats
ACTUALITAT RELACIÓ FCC - RFEC
BATUDES
CAÇA MAJOR
CAÇA MENOR
CAMPIONATS
CONSULTORI VETERINARI
CURSOS I FORMACIÓ
FALCONERIA
FIRES, SIMPOSIS I CONGRESSOS DE CAÇA
GASTRONOMIA
IMPORTANT
NOTES DE PREMSA INSTITUCIONALS
OCELLAIRES
PREMSA
SUBHASTES
Notícia històrica · PREMSA

CAZA DE PRIVILEGIOS



Caza de privilegios

Caza de privilegios

Caza de privilegios

Caza de privilegios

Caza de privilegios

19/04/2014
Los cazadores pueden entrar en espacios de gran interés natural del delta del Ebro cerrados a los turistas. En el parque conviven en un complejo equilibrio 5.000 tiradores, 700.000 visitantes y mil arroceros

Cinco de la madrugada. Intenso trajín en el embarcadero de la laguna de la Encanyissada, en uno de los enclaves de mayor valor medioambiental del parque natural del delta del Ebro, con 18 cazadores, 18 perros y sus 18 perxadors, los barqueros que guían la tradicional embarcación sin motor por las casi 1.000 hectáreas de este espectacular paraje natural con acceso restringido. Bajo la luz amarilla de unos pocos focos se realizan los últimos preparativos antes de iniciar la esperada cacería del pato. No es un día cualquiera. Cada cazador local, de las sociedades de Poblenou (Deltebre), Sant Carles de la Ràpita y Amposta (Montsià), debe de esperar de media siete años para poder entrar en la Encanyissada, una de las zonas de caza de gestión pública. “Hoy es un día muy especial, estoy esperando desde los 18 años”, dice Jaume, cazador de la Ràpita, mientras muestra su permiso al agente rural.

El parque natural regula con esmero, con la intervención de los guardas, cada una de las seis tiradas anuales, lo que a la práctica supone la entrada de 108 cazadores por temporada. “Con la isla de Buda es uno de los dos mejores sitios para cazar de todo el delta del Ebro”, explica Joan, uno de los agentes rurales, tras comprobar que todos los cazadores tienen su permiso en regla. Por su elevado interés natural, en el delta existen cuatro zonas de caza controlada bajo la gestión especial del Departamento de Agricultura: el Garxal, las playas de la isla de Buda, la bahía del Fangar y la propia Encanyissada, la zona más extensa. Muchos de los espacios de caza, con una regulación especial, coinciden con los puntos de mayor valor del parque natural del delta del Ebro.

“Somos unos privilegiados, aquí no entra cualquiera”, comenta Josep Simó, para todos Simonet, cazador y perxador, al tiempo que empieza a navegar por uno de los canales de la Encanyissada, casi a oscuras, como si estuviera en la piscina de su casa. La caza, tradición casi ancestral en el delta del Ebro que ha seguido creciendo, es un fenómeno complejo, también lucrativo negocio para algunos propietarios de cotos que atraen a tiradores foráneos. Frente a los partidarios acérrimos hay también detractores.

La apuesta del delta por el turismo en los últimos años, que debería ir a más si se cumplen las previsiones del sector, con pasos importantes como la declaración de reserva de la biosfera (Unesco), convierten la gestión de los espacios y sus usos en un asunto clave y delicado.

En el Delta se caza en el 77% de los espacios naturales, existen 37 áreas privadas de caza (23.725 hectáreas) y hay más de 5.000 cazadores. La temporada de caza se concentra de octubre a marzo. “Es una actividad económica importante, muchos pagan para poder tener la oportunidad de cazar en el delta del Ebro, lo que genera también demanda en los alojamientos turísticos”, dice Jordi Ruiz, subdirector de caza y actividades cinegéticas del Departament d’Agricultura i Medi Natural.

La temporada pasada se capturaron más de 20.000 patos en las Terres de l’Ebre. La caza no está permitida en los refugios de fauna y las reservas naturales (la Punta del Fangar, la parte pública de la isla de Buda, la Bassa de la Tancada, la punta de la Banya y una parte de la laguna del Garxal) y las denominadas zonas de seguridad: la barra del Trabucador y los erms de la Tancada.

En algunos casos excepcionales, como la laguna de l’Alfacada, comprada en el 2004 por la Fundació Catalunya-La Pedrera, se decidió prohibir la caza para dar prioridad a los visitantes y a la gestión de la zona como enclave turístico, con el centro de interpretación Món Natura Delta de l’Ebre. Tampoco se puede cazar, por razones de seguridad, cerca de los núcleos urbanos y las carreteras.

La Generalitat defiende junto al parque natural los enormes avances logrados en la gestión y regulación cinegética en uno de los humedales de mayor biodiversidad del sur de Europa. El último censo invernal de aves estableció el récord histórico del parque natural, con 315.000 aves acuáticas, un 30% más que la media de la última década.

Tradición y necesidad

“El delta del Ebro es un hábitat único por su extensión y características, protegido por la figura del parque natural y la Xarxa Natura 2000. La caza debe de ser sostenible, sin poner en peligro las poblaciones de aves, que se deben de mantener en unos niveles que tampoco produzcan daños en los campos”, advierte Jordi Ruiz.

El pasado invierno se contabilizaron más de 100.000 ejemplares de las dos especies mayoritarias de patos y más de 30.000 fochas, las principales especies de caza. “Es una actividad tradicional, un elemento cultural, social y económico de gran importancia, hay que tener en cuenta la caza para llevar a cabo la gestión de los espacios protegidos y la fauna del conjunto del Delta, es también un instrumento para controlar los daños de las aves en los cultivos”, sostiene Francesc Vidal, director del parque natural. “La UE reconoce que gracias a la caza se han podido preservar numerosos espacios naturales”, añade.

Para otros, al contrario, se caza en exceso y los cazadores, en la práctica un influyente lobby en todo el Delta, tienen demasiados privilegios, pues pueden acceder con sus escopetas al interior de espacios protegidos cerrados al público general. Los turistas deben de conformarse en algunos casos con visitas perimetrales, observar las especies desde los miradores repartidos estratégicamente por el parque natural para evitar molestar a las distintas especies, especialmente en las épocas de cría. “Si las aves están intranquilas es porque están escamadas, se caza en todas partes y todos los días de la semana, especialmente los fines de semana, también de noche; en invierno el Delta es como Vietnam, me dicen algunos visitantes, sorprendidos y frustrados. No pido que no se cace, pero sí que se establezcan dos días de caza iguales para todos los cotos”, razona Cristian Jensen, pionero en el Delta como guía de observadores de aves, aficionados que llegan de todas las partes del mundo para contemplar las 325 especies de aves.

“El problema para el turismo ornitológico es que si comparas con otros lugares de Europa o Estados Unidos donde no se caza, la diferencia es que allí puedes ver las aves más cerca. Aquí tienen miedo del hombre porque hay caza y tienes que observarlas con telescopio”, constata Eugeni Capella, gran aficionado a la observación. A pesar de los controles, aún se detectan furtivos que quieren ahorrase los permisos, según dice Joan Olivella, experto guarda privado de caza con experiencia en el delta del Ebro.

“Las aves toman grandes distancias de seguridad y la observación en los meses de caza es muy complicada”, dice Jensen, quien asegura que aún se realizan malas prácticas, como la caza accidental de especies protegidas, y critica que los cazadores tengan el privilegio de acceder al interior de espacios como la Encanyissada o la isla de Buda. “La administración debería de facilitar a los visitantes el acceso guiado y controlado dentro de las lagunas, ahora al visitante le queda muy lejos la visualización de las aves”, añade Jensen, con experiencia como guía en Andalucía o Valencia. “Se podría permitir la entrada con barcas sin motor en las lagunas, de forma regulada, sin provocar molestias a la fauna”, reivindica Jaume Soler, guía de naturaleza en el delta del Ebro y otros enclaves naturales.

El Departament d’Agricultura i Medi Natural se muestra dispuesto a “estudiar” la posibilidad de coordinar los días de caza, poniendo en contacto a todas las partes con la intermediación del parque natural, pero advierte que la mayoría en el Delta son cotos privados de caza. “Está en manos de los propietarios de las fincas, que adaptan el calendario a sus intereses y a los de sus clientes, por lo que no es fácil que cacen un mismo día, ya que tienen objetivos distintos”, explica el máximo responsable de la gestión cinegética en Catalunya. “Por horarios, con la caza crepuscular y la nocturna, especialmente concentrada en invierno, no existe tanta coexistencia entre turistas y cazadores. Buscamos con seny que no coincidan. La presión de la caza en los espacios de gestión pública como la Encanyissada es baja”, sostiene Ruiz. La caza permite además una entrada de ingresos para la Generalitat y especialmente para los cotos privados, que cobran hasta 7.000 euros por cazador y temporada. Para algunos es, además de una afición, un buen complemento a la actividad agrícola.

“Sólo por estar aquí y ver cómo sale el sol ya merece la pena”, suspira Simó, apalancado en su barca sobre un puñado de paja, esperando la entrada de los primeros patos. Aún a oscuras, Hindaleci Sancho, uno de los cazadores de la sociedad de Sant Carles de la Ràpita, baja de la barca y se sitúa en la tina que le ha sido asignada. “Los patos cada año son más listos, cazamos menos, nada que ver con los años setenta”, dice.

En la tradicional barqueta, escondida con sigilo para no inquietar a los patos, Simó muestra las fotografías de unos flamencos sobre un arrozal. “Son preciosos”, suspira. Muchos cazadores son también amantes de la naturaleza. Aunos 100 metros, cae desplomado un pato. “Sé que tenemos mala fama, pagamos por el mal comportamiento de cuatro escopeteros”, asegura. Su colectivo se siente estigmatizado.

Cazadores crepusculares y de luna llena

Los cazadores se desplazan de noche para aguardar escondidos la entrada de los patos. Cuando empieza a clarear, el espectáculo del crepúsculo da paso al alud de disparos. En una buena tirada se pueden matar 500 patos, tras disparar 2.000 tiros. También hay cacerías en el delta del Ebro los días de luna llena.

Observadores de aves, tiradores y fotógrafos

Mientras en la Encanyissada retruenan los últimos disparos, dos aficionados a la fotografía persiguen armados con sus potentes teleobjetivos el vuelo de decenas de especies de aves; se han instalado en uno de los miradores del parque natural, del que se marcha un grupo de observadores de aves con telescopios portátiles. Este es uno de los espacios mejor equipados turísticamente, lo que compensa la restricción de acceso. “Mi padre y mi abuelo eran cazadores, pero yo disfruto así, fotografiando los pájaros”, cuenta Josep M. Torras, que recorre desde Igualada prácticamente todos los humedales catalanes. En una sola sesión, 2.500 fotografías, explica ya desde casa. Medio millar acabarán colgadas en su perfil de Facebook.





Comentaris



No hi han comentaris.




Fes el teu comentari

Per deixar el teu comentari has d'estar registrat
NOM D'USUARI
PASSWORD
Alta nou federat     ·     Alta nova societat     ·     Alta Becader




<< Tornar